Para cuidar nuestro medio ambiente no solo se requiere de un esfuerzo físico o mental excepcional, los impactos a gran escala y la concientización de nuestros pares se logra también con pequeñas acciones que pueden ser igual de significativas. El propósito y constancia miden la efectividad de las prácticas que se están ejerciendo y esto, a su vez, va generando una cadena de colaboración y preocupación gigantesca que puede proporciona resultados a corto, mediano y largo plazo.
Los estudiantes de posgrado y de los programas de maestría de la Facultad de Humanidades y ciencias sociales de la Pontificia Universidad Javeriana, al igual que muchos otros integrantes de la comunidad universitaria, por cuestiones de rutina, o tal vez costumbre, o por necesidad, consumen mucho café durante el día para mantenerse enérgicos y llevar la vitalidad necesaria que les ayuda a amainar las sensaciones de peso o cansancio que pueden generar las labores del diario. Este consumo constante deja un exceso de residuos por la cantidad de personas que consumen la bebida y la cantidad de veces que lo hacen dentro de las jornadas académicas, haciendo que esta práctica individual se convierta en un problema silencioso a gran escala para nuestro medio ambiente.
El propósito y constancia miden la efectividad de las prácticas que se están ejerciendo y esto, a su vez, va generando una cadena de colaboración y preocupación gigantesca que puede proporciona resultados a corto, mediano y largo plazo.
Esta observación, Hecha por los mismos estudiantes de la Facultad, causó cierta incertidumbre y zozobra; el gasto constante de vasos desechables era totalmente innecesario y altamente dañino para nuestro entorno, por ende, idearon una iniciativa que redujera ese gasto de residuos para aportar un poco al cuidado del medio ambiente, el proyecto, sencillo en su forma, pero significativo ideológicamente, consistió en retar a los estudiantes en conservar el vaso desechable de café hasta el final del plan de estudios.
Cambiar el concepto de desechable a reutilizable hasta el punto de su caducidad es una idea revolucionaria que puede aplicarse en muchos otros contextos u objetos, esto es solo una semilla conceptual para incentivar el reciclaje, por esta razón la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad tomó la iniciativa para que fuera aplicada con los estudiantes de todos sus programas de posgrados y maestrías buscando sembrar esta práctica y esperar convertirla en una flor ideológica que incida en la cotidianidad de cada alumno y su etorno.
El éxito de la propuesta, actualmente, ha generado comodidad y satisfacción en los estudiantes al punto de la personalización de sus vasos, un trabajo que paralelo a la reutilización se encuentra el desarrollo de destrezas artísticas, esto los ayuda a identificarlos fácilmente y les proporciona un sentido de pertenencia que vincula de forma íntima al vaso y la persona; los pintan, adornan y adecuan a su gusto, otros optan por llevar su propia taza de cerámica o termo para evitar la utilización definitiva de los vasos.
Los estudiantes expresan, no solo con sus acciones, la identificación y gusto por la iniciativa, también nos ha comentado lo que para ellos significa actualmente trabajar sobre esta pequeña y relevante acción. Juan David Morales, estudiante de la maestría en derechos humanos y cultura de paz, nos expresa que la práctica hace parte de pequeños detalles individuales cotidianos a los que se les debe dar mucha más relevancia para así aportar con la protección del medio ambiente. Heriberto Galeano, también estudiante de la maestría en derechos humanos y cultura de paz que nos expresa que se une y celebra con gran fervor la campaña ya que “Hacer una contribución al planeta está al alcance de nuestras manos”